Los pañuelos en la cabeza no solo son tendencia para esta temporada sino que, además, protegen tu cabello del viento, la arena y el sol. ¡3 opciones para que te animes a lucirlos!
El turbante es un accesorio milenario que se reinventa según la época y la cultura. En África, por ejemplo, las mujeres lo llevan como rasgo distintivo: cada nudo que tiene el pañuelo indica su jerarquía dentro de la comunidad. Algunas religiones como la musulmana, en cambio, lo adoptan como símbolo de fe y de elevación del espíritu –hasta los hombres lo portan pero solo de color blanco, el preferido de Mahoma, fundador del Islam–. También fue (y es) un ícono de la moda, sobre todo en los “alegres” años ´20 y ´30, cuando las jóvenes actrices y artistas estadounidenses y europeas los lucían en eventos y pasarelas.
De seda, algodón, largos y cortos. Los turbantes son tan multifacéticos que pueden completar tanto un look de playa como una elegante vestimenta para salir a pasear. Además, son una buena alternativa para proteger tu cabello del sol y del viento, dos factores que pueden resecarlo y dañarlo.
Te proponemos 3 alternativas para que los uses a sol y a sombra.
Estilo afro
Alicia Keys, cantante estadounidense de R&B, adoptó este accesorio y no lo soltó más. Para conseguir un turbante afro necesitás un pañuelo largo y ancho. Lo doblás por la mitad, lo tomás de los extremos y lo colocás por debajo de tu nuca con las puntas hacia delante. En la frente, te hacés dos nudos simples. Tomás, primero, una de las puntas, la doblás por la mitad y escondés un extremo entre la tela que está alrededor de tu nuca. Haz lo mismo con la otra punta, cubriendo toda la superficie de tu cabeza. Ideal para llevar a la playa y proteger tu cabello.
Glamour de 1920
Paul Poiret fue el primero en introducir el turbante en las pasarelas de la moda. El diseñador francés, que había nacido en una familia humilde y cuyo primer oficio fue en un taller de paraguas, acompañó una época de liberación de la mujer y cambios en su estilo de vida. En honor al “Rey de la Moda”, te proponemos usar un pañuelo angosto (como si fuese una bufanda) como turbante. Doblalo por la mitad a lo largo, ponelo debajo de la nuca con los extremos hacia delante. En la frente, enroscá dos veces ambos extremos entre sí y llevá las puntas hacia atrás. Escondelas debajo del pañuelo. Podés agregarle un prendedor en el centro (las piedras y plumas quedan muy bien), justo por encima del nudo que tapa tu frente, y tendrás un look propio de la “Belle Époque” parisina.
Inspirado en el desierto árabe
Si bien este accesorio forma parte de un culto religioso, también les sirvió –y les sirve hoy en día– a los peregrinos para protegerse del sol mientras caminaban largas horas por el desierto. Para emular ese estilo árabe, tomá un pañuelo –el más largo que tengas– y estiralo por encima de tu cabeza, desde la nuca hacia la frente. Con la cabeza inclinada hacia delante, anudá las puntas sobre tu nuca. Traé todo el pañuelo hacia tu frente, levantá la cabeza y enroscalo como haciendo un rollo. Incliná el pañuelo enrollado levemente hacia un costado y colocalo sobre el lado de tu cabeza que elijas, haciendo que dé la vuelta por detrás de la nuca y termine adelante. Escondé la punta por debajo de la tela. ¡Queda bellísimo!