Estos dos tipos de problemas son bien distintos: mientras uno es un tipo de piel, el otro es una circunstancia que puede estar pasando temporalmente. Te contamos las diferencias entre cada una y cómo tratarlas.
Sus diferencias
La piel puede ser de tipo seca y no deshidratada, y viceversa. La sequedad es un estado y la deshidratación es una condición. Es muy importante conocer y determinar esta diferencia para tratar el problema adecuadamente.
La deshidratación puede ocasionarse por estar expuesta a condiciones climáticas extremas, cambios abruptos de temperatura o la exposición excesiva al sol.
Esta última razón es la más frecuente ya que es difícil darse cuenta cuando ocurre. En situación de verano y playa, es difícil notar que al mismo tiempo la piel está sufriendo un estrés imperceptible en primera instancia.
¿Cómo tratar la contradicción?
¿Qué pasa si tenemos una piel mixta-grasa y la piel está deshidratada? ¿Cómo tratar la falta de agua en una piel tendiente a la producción de sebo? En este caso puntual, conviene aplicar un hidratante en forma de serum ya que su textura liviana le aportará agua pero sin engrasarla. Tienen que ser productos a base de agua, nunca de aceite.
En todos los casos, pero más en aquellas pieles deshidratadas, es fundamental tomar agua. Entre 1 y 2 litros por día, y más si fuese necesario. Las compresas de agua sobre la cara también suelen ayudar, como también el agua con limón y los jugos de fruta natural.
¿Cómo puedes determinar si tu piel está deshidratada?
1- Presiona las mejillas. Si notas que aparecen arrugas en las mejillas cuando presionamos hacia arriba, la piel está deshidratada.
2- Otra prueba es el uso de una mascarilla. Si notas un cambio instantáneo, tu piel está deshidratado. Caso contrario, tienes piel seca.
Ahora que ya sabes la diferencia entre piel seca y piel deshidratada, ¿qué esperas para cuidar tu cutis como corresponde?